EL BUSTO DE PIAR EN SAN FÉLIX
El poeta José Ignacio
Potentini, popular en Ciudad Bolívar y San Félix pronunció el discurso de
inauguración del monumento al General Manuel Piar (en la foto), pero años
después quedaría reducido en la Cárcel Pública de Ciudad Bolívar junto con otros
240 oficiales y civiles.
Nativo
de Barcelona, conocía a Ciudad Bolívar mucho antes de la Batalla que decidió la
derrota definitiva de la
Guerra Libertadora y en San Félix estuvo en 1895,
invitado por el presidente del Estado Manuel González Gil, para que
pronunciase el discurso inaugural del monumento levantado al héroe de la Batalla de San Félix.
El
monumento consistente en una columna de cemento romano, coronaba en sus catorce
metros con un busto del héroe de San Félix, modelado por el escultor Rafael de la Cova y vaciado en marmolina
(cemento con polvo de mármol) por Ricardo Julio Carera. La inauguración tuvo
lugar el 11 de abril de 1895 y del discurso de Potentini se recuerdan esta
frase:
“Señores:
en este acto estoy representando a mi amigo el general Manuel González Gil, mas
no al gobierno”
Potentini
no quería nada con el Gobierno de Joaquín Crespo, simplemente lo
toleraba. De allí esa frase al iniciar su discurso en homenaje a
Piar, héroe al que consideraba tan brillante como el Libertador y que lo llevó
a proclamar en medio de aplausos encendidos:
“Bolívar
y Piar fueron dos soles y privó la circunstancia de que debía quitarse uno para
que brillara el otro”
Muy
poco tiempo estuvo Potentini en la ciudad del Orinoco. Su permanencia más
prolongada se registró circunstancialmente después, entre mayo y julio de 1903.
Dos meses y días, durante los cuales quedó sembrada su figura carismática y tan
particular, pues casi siempre andaba con bandola y fusil montado en su caballo entrecano.
En eso se parecía un poco al trovador angostureño Luis Tovar, que andaba en
burro con su guitarra dándole serenata a la ciudad. La Ciudad Bolívar de
1903 se reducía apenas a lo que entendemos hoy como Casco Histórico urbanamente
extendido hasta Perro Seco y el sector de Los Molinos que era La Trinidad. Lo demás
eran arenales, morichales y numerosas casas de campo a los que se iba en carro
mato, burro, mula o caballo.
La
zona poblada oriental de la ciudad que iba desde la calle Miscelánea (hoy Dalla
Costa) hasta un poco más allá de la calle Urica, se llamaba Santa Justa y
debido a las muchas mujeres de malvivir los parroquianos la señalaban
despectivamente como la
Ciudad Perdida. Tomás Ignacio solía frecuentar el lugar y una
noche de bandola y canto soltó esta tonada:
“Que hiciste en el cielo Justa / que a este puerto te han mandado / donde sin templo ni santuario / mora sin horas el pecado”
“Que hiciste en el cielo Justa / que a este puerto te han mandado / donde sin templo ni santuario / mora sin horas el pecado”
El
Paseo Falcón era la zona socialmente neurálgica de la Ciudad Bolívar a
comienzos de siglo y en noches de retreta solía el poeta recrearse con
sus amigos en animada tertulia. Allí bajo la brisa fresca del río lo encontró
con un mensaje escrito en papel de traza, el mandadero de su bien amada Salomé
que siempre lo seguía a donde fuera. El poeta leyó y releyó el mensaje en el
que su mujer le pedía varios pesos para ir al mercado, luego volteó el papel y
le respondió:
“Sin
errores ortográficos / tú no incurras, Salomé / Me mandas a pedir besos / y me
los escribes con P”
Más
tarde a Julián Vergara, dedicaría esta espinela en su noche de boda: “Esta
noche, a hora postrera / a su novia bella y cara / le regalaría Vergara / sus
dos sílabas primeras / La tercera queda sola / pues sus hermanas gemelas / irán
a romper la tela / que en el himeneo se inmola / Señoritas envidiosas / dejen
la pareja sola”.
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