jueves, 22 de marzo de 2012

EL BUSTO DE PIAR EN SAN FÉLIX




El poeta José Ignacio Potentini, popular en Ciudad Bolívar y San Félix pronunció el discurso de inauguración del monumento al General Manuel Piar (en la foto), pero años después quedaría reducido en la Cárcel Pública de Ciudad Bolívar junto con otros 240 oficiales y civiles.
 Nativo de Barcelona, conocía a Ciudad Bolívar mucho antes de la Batalla que decidió la derrota definitiva de la Guerra Libertadora y en San Félix estuvo en 1895, invitado  por el presidente del Estado Manuel González Gil, para que pronunciase el discurso inaugural del monumento levantado al héroe de la Batalla de San Félix.
 El monumento consistente en una columna de cemento romano, coronaba en sus catorce metros con un busto del héroe de San Félix, modelado por el escultor Rafael de la Cova y vaciado en marmolina (cemento con polvo de mármol) por Ricardo Julio Carera. La inauguración tuvo lugar el 11 de abril de 1895 y del discurso de Potentini se recuerdan esta frase:
 “Señores: en este acto estoy representando a mi amigo el general Manuel González Gil, mas no al gobierno”
 Potentini no quería nada con el Gobierno de Joaquín Crespo, simplemente lo toleraba.  De allí esa frase al iniciar su discurso en  homenaje a Piar, héroe al que consideraba tan brillante como el Libertador y que lo llevó a proclamar en medio de aplausos encendidos:
 “Bolívar y Piar fueron dos soles y privó la circunstancia de que debía quitarse uno para que brillara el otro”
 Muy poco tiempo estuvo Potentini en la ciudad del Orinoco.  Su permanencia más prolongada se registró circunstancialmente después, entre mayo y julio de 1903. Dos meses y días, durante los cuales quedó sembrada su figura carismática y tan particular, pues casi siempre andaba con bandola y fusil montado en su caballo entrecano. En eso se parecía un poco al trovador angostureño Luis Tovar, que andaba en burro con su guitarra dándole serenata a la ciudad.  La Ciudad Bolívar de 1903 se reducía apenas a lo que entendemos hoy como Casco Histórico urbanamente extendido hasta Perro Seco y el sector de Los Molinos que era La Trinidad. Lo demás eran arenales, morichales y numerosas casas de campo a los que se iba en carro mato, burro, mula o caballo.
 La zona poblada oriental de la ciudad que iba desde la calle Miscelánea (hoy Dalla Costa) hasta un poco más allá de la calle  Urica, se llamaba Santa Justa y debido a las muchas mujeres de malvivir los parroquianos la señalaban despectivamente como la Ciudad Perdida. Tomás Ignacio solía frecuentar el lugar y una noche de bandola y canto soltó esta tonada:

 “Que hiciste en el cielo Justa / que a este puerto te han mandado / donde sin templo ni santuario / mora sin horas el pecado”
 El Paseo Falcón era la zona socialmente neurálgica de la Ciudad Bolívar a comienzos de siglo y en noches de retreta  solía el poeta recrearse con sus amigos en animada tertulia. Allí bajo la brisa fresca del río lo encontró con un mensaje escrito en papel de traza, el mandadero de su bien amada Salomé que siempre lo seguía a donde fuera. El poeta leyó y releyó el mensaje en el que su mujer le pedía varios pesos para ir al mercado, luego volteó el papel y le respondió:
 “Sin errores ortográficos / tú no incurras, Salomé / Me mandas a pedir besos / y me los escribes con P”
 Más tarde a Julián Vergara, dedicaría esta espinela en su noche de boda: “Esta noche, a hora postrera / a su novia bella y cara / le regalaría Vergara / sus dos sílabas primeras / La tercera queda sola / pues sus hermanas gemelas / irán a romper la tela / que en el himeneo se inmola / Señoritas envidiosas / dejen la pareja sola”.




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