EL LEGADO GERENCIAL DE SUCRE
Waldo Negrón,
maracucho eternizado en Guayana, nos acaba de obsequiar su primer libro con el
cual pudiéramos decir que corona su impecable ejercicio de columnista de los
medios impresos.
Es un libro sobre el legado gerencial de Leopoldo Sucre Figarella, personaje cuyas ejecutorias siguió palmo a palmo, increíblemente, desde que era un niño impactado por un puente gigantesco que unía las dos orillas lejanas del Lago de Maracaibo y que venía a aliviar el pesado aburrimiento de los conductores marabinos, entre ellos, su padre que comerciaba en un transporte de mercancías, haciendo largas colas para abordar el ferry que hacía posible el trasbordo vehicular.
Era la misma realidad que padecían los guayaneses hasta que el mismo Leopoldo desde su ministerio hizo posible el Puente Angostura sobre el Orinoco, obra que definitivamente vino a sacar a Guayana de su aislamiento con el resto del territorio nacional y cuya estética no han podido superar el resto de los puentes desde entonces construidos en Venezuela.
Sorprendía lleno de admiración al muchacho que los sitios emblemáticos a donde solía llevarlo su padre, el hospital, el aeropuerto, la universidad donde estudió ingeniería, los había tocado la mano casi taumaturga del guayanés a su paso por los ministerios.
Luego de graduado buscó hacia Guayana donde se estaba sembrando el petróleo de su tierra y encajó sin mucho apremio en empresas dela Corporación Venezolana
de Guayana a donde luego de un periplo por la Gobernación de
Bolívar, los ministerios de Obras públicas, Comunicaciones y Aeropostal llegó
Leopoldo a completar la obra que en tiempos de Rómulo Betancourt inició el
general Rafael Alfonso Ravard. El júbilo no podía ser mayor no sólo para
conocer de cerca al entonces mentado “hombre fuerte de Guayana” sino al hombre
con todas sus virtudes y defectos, al profesional de la ingeniería, al gerente
que tenía una visión pragmática del tiempo, las nuevas tecnologías, el mérito
gerencial, el control de gestión y el trabajo eficiente y productivo.
Esos aspectos, partiendo siempre de anécdotas aleccionadoras, abarca el libro de 344 páginas realizado en los talleres de Graficolor con portada de Evelio Lucero. Igualmente, Waldo Negrón narra otros rasgos y atributos del personaje como el curioso carisma que lo envolvía con el ingrediente de una voz algo ronca y fuerte, mensajes verbales cortos y directos, líder, pero muy a su estilo, con personalidad propia, contraria al dirigente de fluida labia que va a los saraos, abraza y busca simpatías con poses histriónicas. Él era todo lo contrario “un extraño y poco usual dirigente”. Parco en el hablar, evadía con frecuencia a los periodistas, no le gustaba pantallar ni menos soportar las preguntas infortunadas ni los discursos largos y aderezados.
Leopoldo -dice Negrón- no era un dechado de atenciones y dulzura con sus colaboradores, más bien era duro y tajante, pero procuraba compensarles su entrega y dedicación. La gente meritoria encontraba su pleno respaldo y un apoyo incondicional del partido que fuera.
El resto de los capítulos -once en total- están dedicados a su paso porla CVG y a las obras que determinaron, consolidaron
el desarrollo de Guayana y optimizaron a las empresas del holding.
La obra presentada y bautizada el martes por la noche ante una nutrida concurrencia enla Cámara de Comercio e
Industrias del Estado Bolívar, apadrinada por Juan Sakur, coordinador de las
seccionales de Consecomercio, concluye con importantes testimonios sobre el
personaje biografiado del ex gobernador y líder obrero Andrés Velásquez, José
Ignacio Acevedo, calloense que formó parte del equipo profesional de Leopoldo,
el ex gobernador Pedro Battistini Castro, César Decán Díaz (Solito), Américo De
Grazia, Clemente Scotto Domínguez, primer alcalde de Caroní; Eliécer
Calzadilla, César Mendoza, Jesús Seguías, Evelio Lucero, Diego Castro, Tello
Benítez, Yunis Hernández y Guaicaipuro Martínez.
Es un libro sobre el legado gerencial de Leopoldo Sucre Figarella, personaje cuyas ejecutorias siguió palmo a palmo, increíblemente, desde que era un niño impactado por un puente gigantesco que unía las dos orillas lejanas del Lago de Maracaibo y que venía a aliviar el pesado aburrimiento de los conductores marabinos, entre ellos, su padre que comerciaba en un transporte de mercancías, haciendo largas colas para abordar el ferry que hacía posible el trasbordo vehicular.
Era la misma realidad que padecían los guayaneses hasta que el mismo Leopoldo desde su ministerio hizo posible el Puente Angostura sobre el Orinoco, obra que definitivamente vino a sacar a Guayana de su aislamiento con el resto del territorio nacional y cuya estética no han podido superar el resto de los puentes desde entonces construidos en Venezuela.
Sorprendía lleno de admiración al muchacho que los sitios emblemáticos a donde solía llevarlo su padre, el hospital, el aeropuerto, la universidad donde estudió ingeniería, los había tocado la mano casi taumaturga del guayanés a su paso por los ministerios.
Luego de graduado buscó hacia Guayana donde se estaba sembrando el petróleo de su tierra y encajó sin mucho apremio en empresas de
Esos aspectos, partiendo siempre de anécdotas aleccionadoras, abarca el libro de 344 páginas realizado en los talleres de Graficolor con portada de Evelio Lucero. Igualmente, Waldo Negrón narra otros rasgos y atributos del personaje como el curioso carisma que lo envolvía con el ingrediente de una voz algo ronca y fuerte, mensajes verbales cortos y directos, líder, pero muy a su estilo, con personalidad propia, contraria al dirigente de fluida labia que va a los saraos, abraza y busca simpatías con poses histriónicas. Él era todo lo contrario “un extraño y poco usual dirigente”. Parco en el hablar, evadía con frecuencia a los periodistas, no le gustaba pantallar ni menos soportar las preguntas infortunadas ni los discursos largos y aderezados.
Leopoldo -dice Negrón- no era un dechado de atenciones y dulzura con sus colaboradores, más bien era duro y tajante, pero procuraba compensarles su entrega y dedicación. La gente meritoria encontraba su pleno respaldo y un apoyo incondicional del partido que fuera.
El resto de los capítulos -once en total- están dedicados a su paso por
La obra presentada y bautizada el martes por la noche ante una nutrida concurrencia en
Excelente obra
ResponderEliminarEstimado Ing. Negron. Mi nombre es Guillermo Basalo Sucre, hijo de Matilde Sucre Poveda, prima de Leopoldo que se crio con ellos en casa del Abuelo en Ciudad Bolivar. Deseo comprar varios ejemplares del libro como obsequio corporativo de mi empresa en Diciembre, puede llamar al 9777498. Como me recomiendo hacerlo??
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