martes, 27 de marzo de 2012


LEOPOLDO SUCRE FIGARELLA: “EL CONSTRUCTOR DE GUAYANA”

“UN PAÍS SE CONSTRUYE TRABAJANDO DURO, TOMANDO DECISIONES Y TRANSFORMANDO LAS IDEAS EN HECHOS”

BUENA PARTE DE LA INFRAESTRUCTURA DE LA REGIÓN ES OBRA DE ESTE TUMEREMENSE, POR LO QUE A CASI 10 AÑOS DE SU MUERTE ES FRECUENTE ESCUCHAR: “¡CÓMO HACE FALTA UN SUCRE FIGARELLA!”.




Conocido por algunos como “el constructor de Guayana”, Leopoldo Sucre Figarella es sin duda alguna la figura política con mayor arraigo entre los habitantes del estado Bolívar, pues a pesar de encarnar el poder de “la cuarta”, es recordado gracias a sus obras durante casi 40 años de impecable gestión en favor del desarrollo regional.
Leopoldo Sucre Figarella nació en Tumeremo el 1 de agosto de 1926, iniciándose en el mundo político mientras estudiaba ingeniería en la Universidad Central de Venezuela, llegando a liderar la fracción de Acción Democrática en esa casa de estudios, donde fue delegado y representante ante el Consejo Universitario.
Luego de egresar en el año 1948, ejerció su profesión mientras participaba clandestinamente en las actividades de lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, acompañando fielmente los ideales de la tolda blanca.
A los 34 años de edad, en 1960, regresa a Bolívar como gobernador del estado, iniciando un compromiso que por los siguientes 36 años le mantendría estrechamente unido al crecimiento industrial y desarrollo de la región.
Difícil de resumir, su currículo incluye entre otros los cargos de Ministro de Obras Públicas, entre 1962 y 1969; miembro del directorio de la CVG, presidente de Fundacomún desde 1962 y hasta 1964; fundador y presidente de la Oficina Consultora de Ingeniería y Desarrollo entre 1969 y 1974, Ministro de Transporte y Comunicaciones, senador por el estado Bolívar en tres oportunidades y presidente de la Corporación Venezolana de Guayana durante casi una década.

Constructor
Las obras erigidas gracias al empuje de Leopoldo Sucre Figarella se inician con la firma del acta de constitución de la Corporación Venezolana de Guayana, el 29 de diciembre de 1960, junto al presidente de la República, Rómulo Betancourt, en el lugar donde se construiría la represa de Guri. “Soy el único gerente público que ha superado ampliamente a Pérez Jiménez en cuanto a obras públicas construidas”, dijo en una oportunidad y no se equivocaba.
Sucre Figarella cuenta entre sus realizaciones la Cota Mil, distribuidor La Araña y segunda etapa de la avenida Libertador, en Caracas, además de los puentes sobre el lago de Maracaibo y los ríos Orinoco, Arauca y Caroní.
Fue también fundador del Metro de Caracas y participó en la construcción de las autopistas entre Tejerías y Valencia, Valencia y Puerto Cabello, Ciudad Bolívar y Puerto Ordaz, San Félix y Upata, así como la carretera hacia la Gran Sabana, tercera y cuarta etapa de Guri, Macagua II y la mayor parte de la vialidad perimetral de San Félix y Ciudad Bolívar.
Igualmente se le atribuye a la gestión pública de Sucre Figarella buena parte de la infraestructura educativa y hospitalaria del país, lo que evidencia que más allá de la retórica y ofrecimientos, logró con su trabajo impulsar no sólo el desarrollo de una región sino de toda Venezuela.

Decisivo
Fue durante el gobierno de Jaime Lusinchi, en la década de los años 80, cuando el ingeniero Sucre Figarella es nombrado “Ministro de Estado Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana”, cargo en el que definitivamente consolidó el desarrollo de la región.
Don Pedro Acosta -referencia obligada en cuanto a la historia de la ciudad y de la Corporación, quien fue su secretario durante 10 años- reconoce el temperamento un poco gruñón del ministro, asegurando que tenía un gran corazón pero se escudaba “dentro de un mal carácter”, tal vez para imprimir la autoridad que requerían sus decisiones. “Era muy difícil que se sonriera”, comentó.
Su determinación al momento de emprender retos pareciera ser una marca en las obras realizadas. Así se desprende en la forma como adelantó la construcción del puente Angosturita, para el cual no habían recursos disponibles en ese momento.
“Al ministro Sucre se le ocurrió, siendo presidente de Ferrominera, porque también era presidente de varias empresas, que como el ferrocarril debía ir a Palúa, que el puente lo pagara Ferrominera. Así, el puente se hizo con recursos de Ferrominera para utilizar la vía férrea”.
“Era una persona que se la pasaba trabajando todo el día, pero tenía una debilidad que eran las películas de vaqueros, le encantaban. Cuando llegaron las primeras parabólicas se montaron en el Campo C de Ferrominera. Él podía tener un compromiso a las 9:00 de la mañana y estaban dando una película de vaqueros y se quedaba viendo su película”.
Sin embargo, al momento de trabajar era infatigable, llegando a incomodar a su equipo de trabajo pues parecía no dar tregua. “Al principio nos preguntábamos si no iba a almorzar, pero resulta que su comida más fuerte era el desayuno, con huevos, empanadas y una cantidad de cosas. A las 3:00 de la tarde estaba nuevecito y todo el mundo desesperado”.

Todo para Guayana
Acosta alude también el increíble poder de convencimiento que tenía Sucre Figarella, capaz de atraer cualquier tipo de inversiones a Guayana valiéndose de la confianza que en él tenían ministros de otros países y representantes del mundo financiero.

“Recuerdo que vino Lee Iacocca, el presidente de la Chrysler, que en ese momento atravesaba una situación difícil. Iacocca quería conocer la industria siderúrgica y Leopoldo Sucre le pidió que montaran una ensambladora aquí. Él dijo que el problema era que ya tenían una en Valencia. Siempre trataba de conseguir industrias para estimular el desarrollo aguas abajo, cosas de las que se sigue hablando ahora”.
Y aunque la planta de la Chrysler no se instaló, Iacocca, al igual que otros muchos empresarios y políticos, tuvieron la obligación de quedarse en Ciudad Guayana, pues el ministro acostumbraba a ofrecer audiencia a los visitantes sólo a partir de las 7:00 de la noche.
“Al principio no sabíamos por qué era y le preguntamos. Él respondió: ‘chico hay que proteger esta zona. Si yo le doy la cita a las 7:00 de la noche no hay más avión. Tiene que quedarse, tiene que ir a un hotel, tiene que comer, así protegemos la zona y le damos negocio a un montón de gente”.
Convencido de las capacidades y potencial de la región, no sólo se instaló en Ciudad Guayana sino que con similares estrategias, hizo que los presidentes y directivos de la compañía también lo hicieran, invitándolos frecuentemente a las rutinarias inspecciones sabatinas.
“Él mismo revisaba todas las obras y nunca permitió hacer inspecciones aéreas porque ‘no se veía nada’. Decía que podía ir en un helicóptero pero era en el terreno que podía ver cómo iban las cosas”.

De ideas a hechos
Leopoldo Sucre Figarella nunca fue un político tradicional, y así se desprende de sus propias palabras en una entrevista que concediera luego de dejar la CVG, para aspirar y lograr nuevamente un puesto como senador en el extinto Congreso Nacional.
 “No niego que pertenezco a un partido, como muchos venezolanos, pero ante todo he sido y seguiré siendo un técnico, un gerente, y un trabajador que siempre busca la primera línea. He estado a lo largo de mis años de servicios públicos, trabajando duro”.
 “Por eso estoy convencido de que es a través del trabajo como lograremos salir de la crisis. No es hablando pendejadas. Un país se construye trabajando duro, corriendo riesgos, innovando. Tomando decisiones y transformando las ideas en hechos”.
 A los 70 años de edad y tras lograr una exitosa y reconocida carrera como político, gerente y servidor público, Leopoldo Sucre Figarella falleció en Caracas el 17 de octubre de 1996. Este ilustre guayanés dejó a las nuevas generaciones un legado de obras, por las cuales sigue siendo y será recordado como un ejemplo a seguir.
 No en vano es común escuchar entre quienes padecen las deficiencias de tantos servicios que otrora eran bien atendidos, “¡cómo hace falta un Sucre Figarella!”.

Visión de futuro
Extractos de las palabras pronunciadas por el Ministro de Estado Presidente de la Corporación Venezolana de Guayana, ingeniero Leopoldo Sucre Figarella, en el acto de conmemoración de los 40 años de la fundación de Puerto Ordaz el 7 de marzo de 1992:
 “Cuando miramos hacia atrás y recordamos que esta ciudad moderna, eficiente y pujante que tenemos hoy, era 40 años atrás, un campamento comunicado con San Félix y Ciudad Bolívar por estrechas calles de tierra y chalanas, privada de todos los servicios fundamentales, tenemos que reconocer el valor y sacrificio de los pioneros, que hicieron suya a esta tierra y sembraron aquí sus raíces, su descendencia y su vocación de crecer y trascender junto a este proyecto eminentemente democrático que es Guayana”.
 “Sólo en un régimen democrático, de raigambre popular de amplio consenso, podía materializarse esta conjunción de esfuerzo colectivo nacional que ha generado este extraordinario conglomerado industrial y minero de Guayana”.
 “Para quienes hoy cuestionan las bondades del régimen democrático, el programa de Guayana es una respuesta contundente, es la respuesta de los hechos, de la obra realizada. Por eso aquí podemos hablar con propiedad y sin retórica de ninguna naturaleza. Aquí está la obra visible e imponente de 30 años de trabajo arduo y creador”.
 “Es por ello, que los guayaneses no pueden dejarse confundir por el oportunismo y la ambición de unos pocos que todo lo niegan con el fin de venderse al país como salvadores o mesías. El pueblo es el único salvador de sí mismo. El esfuerzo colectivo es la única tarea de futuro que engrandece”.

“Choque de trenes”
Andrés Velásquez llega a la Gobernación del estado Bolívar en el año 1989, tras unas polémicas elecciones en las que La Causa R arrasó contra el candidato de Acción Democrática.
 Quien fuera líder sindical de Sutiss, reconoce que antes de la toma de posesión todo el mundo vaticinaba que entre su persona y Sucre Figarella se iba a producir un choque de trenes, pues el ministro era una de las más importantes figuras de la tolda blanca.
 “Todo eso se vino abajo porque privó en Sucre Figarella la madurez, la comprensión de que más allá de las diferencias políticas estaba la responsabilidad de un pueblo en cuanto a sus requerimientos. Era la primera elección directa que se hacía y comenzaba la Gobernación a representar una esperanza y la CVG era una realidad concreta. Estábamos obligados a ponernos por encima de las circunstancias y asumir el reto”.
 A partir de la primera reunión, que se celebró en el despacho de Velásquez, Sucre Figarella dejó a un lado las diferencias ideológicas para coordinar la forma en que adelantarían acciones conjuntas para hacer más eficiente la utilización de recursos de las instituciones que ambos representaban.
 Otro ejemplo más para quienes a pesar de responder a las mismas líneas partidistas, caminan distantes y alejados de las necesidades de una región.





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