jueves, 22 de marzo de 2012

LA RÚBRICA GERENCIAL DE SUCRE FIGARELLA
21 DE AGOSTO DE 2011



Introvertido y puede decirse que hasta cascarrabias, pero Leopoldo Sucre Figarella era un hombre dado a los resultados, y eso es lo que pretende demostrar Waldo Negrón en un libro de su autoría que presentará esta semana. Titulado Leopoldo Sucre Figarella, su legado gerencial, la obra pretende demostrar cuál fue la clave del éxito de quien fue presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG).

Desde niño, Waldo Negrón se sintió deslumbrado por Leopoldo Sucre Figarella. ¿Era posible que un solo hombre estuviera detrás de tantas obras que conducían a Venezuela hacia la modernidad?

“Cuando tenía como 7 añitos, mi papá era comerciante. Yo vivía en Maracaibo y no había puente. A él le tocaba ir a Cabimas, y tenía que cruzar el lago en chalana, hasta que en 1967 (Raúl) Leoni inauguró el puente, pero papá nos decía en la casa que el verdadero maestro de orquesta del puente fue Leopoldo Sucre, y nosotros nos sentíamos agradecidos, porque gracias al tal Leopoldo Sucre mi papá no iba a tener que calarse eso”, recuerda.

En 1968, murió el papá de Negrón. En el hospital donde dejó de existir su progenitor, recuerda, había una placa de agradecimiento a Sucre Figarella.

“Él transformó ese hospital de Maracaibo. En el 70, a mí me sale un viaje al exterior, y cuando estoy en el aeropuerto me entero de que ese aeropuerto también lo había construido Leopoldo Sucre Figarella, aunque lo inauguró (Rafael) Caldera, y en el 72, cuando entro en La Universidad del Zulia, me entero, para mi sorpresa, que media universidad la había construido Sucre Figarella”, agrega.

La abundancia de obras acrecentó el deslumbramiento de Waldo Negrón. En ese entonces ni sospechaba que, años más tarde, tendría la oportunidad de trabajar directamente con él y compartir un sinfín de vivencias al lado de su admirado personaje.

Menos, previó que 14 años después del deceso de quien es conocido como “Zar de Guayana”, publicaría un libro dedicado a la clave del éxito de ese personaje. Es, justamente, la obra que está promocionando sobre quien fue gobernador de Bolívar durante el gobierno de Rómulo Betancourt, ministro de Obras Públicas de Raúl Leoni y presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) desde 1984 hasta 1994, la misma que presentará, oficialmente, la próxima semana: Leopoldo Sucre Figarella, su legado gerencial.


Una deuda
Negrón aclara: el libro que bautizará la próxima semana no es una biografía de Leopoldo Sucre Figarella, sino una aproximación a eso que considera, y sin ánimos de que parezca autoayuda, las claves de su éxito como gerente.

“Es una descripción de su estilo de liderazgo, cómo delegaba y cómo controlaba aquel complejo industrial tan grande como era la CVG (Corporación Venezolana de Guayana). Próximamente se cumplen 15 años de la desaparición física de Leopoldo, y considero que es un buen momento para destacar su labor. No quiero destacar al hombre por sí mismo, sino al líder, al gerente, y cómo fue posible que un hombre en una administración pública que tiende a ser deficiente, lenta y pesada, pudo ser exitoso”, justifica.

El texto pretende responder, principalmente, una pregunta: ¿Cómo Sucre Figarella pudo vencer las trabas burocráticas para completar las obras que legó, no sólo a Ciudad Guayana, sino a Venezuela?

“Él era un hombre de poco hablar, pero de grandes resultados. Con esa meta, pudo vencer la burocracia (…) a él no le gustaba anunciar proyectos, sino cortar cintas y entregar llaves. Era un hombre dado a los resultados, y por eso hay, en el libro, un capítulo llamado El legado gerencial de Leopoldo, y allí se describe que uno de sus secretos eran los seguimientos. No se confiaba de papeles ni informes”, argumenta.


Abundan las anécdotas
Negrón adelanta un recurso que abunda en el libro: anécdotas que dan cuenta sobre el carácter de Leopoldo Sucre Figarella, una garantía de su éxito como gerente.

¿Alguna? He aquí: “Una vez estaba en una reunión con unos inversionistas de Japón, y estaba el gerente de relaciones públicas de una empresa. Cuando salen, el carro del gerente estaba cerca del carro de Leopoldo, y él observa cuando el gerente se acerca al carro y un chofer le abre la puerta. Leopoldo fue hasta el carro, le pidió al chofer que se bajara y le dijo al gerente: ‘Mira, ¿no sabes que aquí nadie puede tener chofer? Lleva a este señor (al conductor) hasta su casa, trae el carro oficial, me lo deja aquí y mañana me trae su renuncia”.

Pero ese carácter, agrega Negrón, también lo aplicaba para él mismo, como revela en otra anécdota: “Leopoldo iba para Ciudad Bolívar con Roberto Arreaza, y su carro no prendió. ¿Sabes lo que hizo? En la CVG, en Alta Vista, paró un taxi, se montó con Roberto Arreaza y así se fueron”.

Sólo una obra, especifica el autor, dejó Sucre Figarella sin concluir: el estadio La Ceiba. Y eso porque, luego de batallar contra el cáncer, falleció en 1996.

Como esas, hay más anécdotas. Pero Negrón prefiere que los lectores (“que, espero, sean muchos”) las descubran en el libro que recomienda, especialmente, a los gobernantes de hoy. ¿Aceptarán la sugerencia?


 Doble invitación
El libro Leopoldo Sucre Figarella: su legado gerencial, tendrá dos actos de lanzamiento. El primero está pautado para el 25 de agosto, a las 7:00 de la noche, en la Cámara de Comercio de Caroní, ubicada en el quinto piso de la Torre Movistar (Alta Vista).

Al día siguiente, en la sede de Librería Latina de Orinokia Mall, habrá un brindis a partir de las 7:00 de la noche.

Testigo de excepción
Waldo Negrón es ingeniero químico egresado de La Universidad del Zulia (LUZ) en 1981. Se ha desempeñado como jefe de la División de Ánodos en Venalum, gerente general de Carbonorca y como integrante de la Junta Directiva de Alcasa.

Conformó, en 1987, el grupo encargado de la creación de CVG Carbonorca. Durante ese período se vinculó estrechamente con Leopoldo Sucre Figarella.


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