MÚSICOS
QUE HACEN CIUDAD
02 DE JULIO 2005
Fundadores
del movimiento sinfónico en Guayana
Si en algo
coinciden, es que la experiencia les ha cambiado la vida por completo. Se
hicieron hombres y mujeres en la orquesta sinfónica.
Hace 13 años, en un
pequeño espacio en San Félix se inició la escuela de música que al poco tiempo
pasaría a formar parte del Sistema Integrado de Orquestas Juveniles e
Infantiles de Venezuela.
Con algunos niños y
pocos instrumentos, comenzó un sueño que año tras año fue creciendo, y hoy
cuenta en sus filas con más de 400 integrantes y 5 agrupaciones orquestales,
orgullo de la colectividad guayanesa.
Cuando Ana Karina
González llegó tenía apenas 9 años de edad, y fue su madre quien la llevó,
preocupada por el tiempo que la pequeña pasaba sin hacer nada. Tras un breve
lapso con la flauta dulce y el violín, terminó finalmente especializándose en
la ejecución de la viola, instrumento con el que ya tiene ocho años.
Para ella, sus
compañeros de la orquesta sinfónica son como hermanos, pues han crecido juntos
celebrando primeras comuniones, graduaciones y hasta matrimonios.
Comenta que el
director saliente, Ennio Palumbi, "tenía un poco de papá comprensivo y
cómplice, y un poco de ese padre estricto. Siempre la disciplina estaba allí,
porque mientras más chamos era como más difícil mantener el orden".
De tantas
vivencias, González aún con un poco de pena una oportunidad en la que estaban
organizando un evento familiar para recaudar fondos a favor de la orquesta, y
caminando de un lado para otro, terminó cayendo en un pozo con aguas
estancadas.
"¡Que
vergüenza! Eso fue horrible, cuando lograron sacarme estaba toda embarrada y yo
trataba de no hacer mucha bulla pero ya me habían visto la mayoría de mis
compañeros de clases".
No es casual que
tuviesen que usar la imaginación y mucho trabajo para reunir dinero. A pesar
del apoyo, los gastos para mantener activa una organización que sobrepasa los
400 integrantes son muy elevados.
"Ahorita no se
recibe dinero desde el mes de enero, y aunque sabemos que se está haciendo un
esfuerzo importante, para nosotros es muy difícil. Yo soy madre de familia,
ahora trabajo como profesora en la institución y es difícil seguir sin tener
con qué aportar a la familia".
Pero más allá de
las vicisitudes, asegura que su permanencia responde a una opción de vida, por
lo que seguirá luchando hasta que sea posible para dar cada vez más
oportunidades a otros niños y jóvenes de vivir su experiencia.
"Para mí la
sinfónica es mi segunda casa. Aquí nos hicieron hombres y mujeres de bien, esta
es mi carrera y ya comenzamos a ver los frutos cuando hay muchachos a los que
ayudamos en sus inicios y ya forman parte de la orquesta profesional".
Josué Guevara es
otro de los fundadores de la Orquesta Sinfónica de Ciudad Guayana. Desde
pequeño tuvo inclinaciones por la música académica, y no fue sino hasta la
creación de esta institución que pudo formalizar sus estudios.
"Entré a los
11 años y comencé con la flauta. Luego elegí el violonchelo y estuve recibiendo
instrucción de una profesora alemana. Eramos 2 chelistas pero con empeño y
mucho entusiasmo soñábamos llegar a ser una gran orquesta. Fue un sueño que
ahora se está logrando".
A sólo dos años de
conocer el instrumento, y para enfrentar dificultades en cuanto a la contratación
de profesores, comenzó a dar clases de violonchelo a los pequeños que
ingresaban.
"La orquesta
es algo muy valioso para la región, porque poco a poco forma parte de nuestra
cultura, lo que nos diferencia de otra región o nación. A través de la música
movemos los sentimientos de la gente, y logramos que se sensibilicen, empezando
con nuestros integrantes, respecto a los problemas de la sociedad".
Con voz pausada y
en un tono profundamente emotivo, confiesa que su sueño es que cada año sean
más los jóvenes que puedan formar parte de este proyecto, para que así Ciudad
Guayana, sea reconocida como una capital del movimiento orquestal en Venezuela
y Latinoamérica.
De estudiante a
directora
Ruth Capriles se
enteró de la iniciativa por el rumor que se corría entorno a la creación de una
nueva escuela de música. Recuerda que el grupo era modesto, y su primera tarea
fue aprender a tocar el violonchelo, con lo que se inició en el mundo musical.
Ahora,
especializada en la ejecución del contrabajo, es la encargada de dirigir a los
casi setenta integrantes de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Ciudad Guayana, a
quienes considera parte de su familia.
Con orgullo,
asegura que "esta orquesta puede llegar a ser la mejor del país y hasta de
Latinoamérica. Hay mucho talento pero lo que hace falta es más apoyo, porque si
se dispusiera de más recursos sería posible dar mucho más a nuestros jóvenes,
para que día a día puedan hacerlo mejor".
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