jueves, 29 de marzo de 2012

MÚSICOS QUE HACEN CIUDAD

02 DE JULIO 2005

Fundadores del movimiento sinfónico en Guayana

Si en algo coinciden, es que la experiencia les ha cambiado la vida por completo. Se hicieron hombres y mujeres en la orquesta sinfónica.

Hace 13 años, en un pequeño espacio en San Félix se inició la escuela de música que al poco tiempo pasaría a formar parte del Sistema Integrado de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Con algunos niños y pocos instrumentos, comenzó un sueño que año tras año fue creciendo, y hoy cuenta en sus filas con más de 400 integrantes y 5 agrupaciones orquestales, orgullo de la colectividad guayanesa.
Cuando Ana Karina González llegó tenía apenas 9 años de edad, y fue su madre quien la llevó, preocupada por el tiempo que la pequeña pasaba sin hacer nada. Tras un breve lapso con la flauta dulce y el violín, terminó finalmente especializándose en la ejecución de la viola, instrumento con el que ya tiene ocho años.
Para ella, sus compañeros de la orquesta sinfónica son como hermanos, pues han crecido juntos celebrando primeras comuniones, graduaciones y hasta matrimonios.
Comenta que el director saliente, Ennio Palumbi, "tenía un poco de papá comprensivo y cómplice, y un poco de ese padre estricto. Siempre la disciplina estaba allí, porque mientras más chamos era como más difícil mantener el orden".
De tantas vivencias, González aún con un poco de pena una oportunidad en la que estaban organizando un evento familiar para recaudar fondos a favor de la orquesta, y caminando de un lado para otro, terminó cayendo en un pozo con aguas estancadas.
"¡Que vergüenza! Eso fue horrible, cuando lograron sacarme estaba toda embarrada y yo trataba de no hacer mucha bulla pero ya me habían visto la mayoría de mis compañeros de clases".
No es casual que tuviesen que usar la imaginación y mucho trabajo para reunir dinero. A pesar del apoyo, los gastos para mantener activa una organización que sobrepasa los 400 integrantes son muy elevados.
"Ahorita no se recibe dinero desde el mes de enero, y aunque sabemos que se está haciendo un esfuerzo importante, para nosotros es muy difícil. Yo soy madre de familia, ahora trabajo como profesora en la institución y es difícil seguir sin tener con qué aportar a la familia".
Pero más allá de las vicisitudes, asegura que su permanencia responde a una opción de vida, por lo que seguirá luchando hasta que sea posible para dar cada vez más oportunidades a otros niños y jóvenes de vivir su experiencia.
"Para mí la sinfónica es mi segunda casa. Aquí nos hicieron hombres y mujeres de bien, esta es mi carrera y ya comenzamos a ver los frutos cuando hay muchachos a los que ayudamos en sus inicios y ya forman parte de la orquesta profesional".
Josué Guevara es otro de los fundadores de la Orquesta Sinfónica de Ciudad Guayana. Desde pequeño tuvo inclinaciones por la música académica, y no fue sino hasta la creación de esta institución que pudo formalizar sus estudios.
"Entré a los 11 años y comencé con la flauta. Luego elegí el violonchelo y estuve recibiendo instrucción de una profesora alemana. Eramos 2 chelistas pero con empeño y mucho entusiasmo soñábamos llegar a ser una gran orquesta. Fue un sueño que ahora se está logrando".
A sólo dos años de conocer el instrumento, y para enfrentar dificultades en cuanto a la contratación de profesores, comenzó a dar clases de violonchelo a los pequeños que ingresaban.
"La orquesta es algo muy valioso para la región, porque poco a poco forma parte de nuestra cultura, lo que nos diferencia de otra región o nación. A través de la música movemos los sentimientos de la gente, y logramos que se sensibilicen, empezando con nuestros integrantes, respecto a los problemas de la sociedad".
 Con voz pausada y en un tono profundamente emotivo, confiesa que su sueño es que cada año sean más los jóvenes que puedan formar parte de este proyecto, para que así Ciudad Guayana, sea reconocida como una capital del movimiento orquestal en Venezuela y Latinoamérica.

De estudiante a directora

Ruth Capriles se enteró de la iniciativa por el rumor que se corría entorno a la creación de una nueva escuela de música. Recuerda que el grupo era modesto, y su primera tarea fue aprender a tocar el violonchelo, con lo que se inició en el mundo musical.

Ahora, especializada en la ejecución del contrabajo, es la encargada de dirigir a los casi setenta integrantes de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Ciudad Guayana, a quienes considera parte de su familia.
 Con orgullo, asegura que "esta orquesta puede llegar a ser la mejor del país y hasta de Latinoamérica. Hay mucho talento pero lo que hace falta es más apoyo, porque si se dispusiera de más recursos sería posible dar mucho más a nuestros jóvenes, para que día a día puedan hacerlo mejor".


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